Para comenzar es importante mencionar cómo funciona la fijación del salario mínimo en Colombia. El soporte legal esta en la Ley 278 de 1996, la cual establece que para el incremento anual del SMLV se debe tener en cuenta una serie de factores como el índice de precios al consumidor; la meta de inflación que en Colombia la fija el Banco de la Republica; el crecimiento de la economía medido en términos de la variación del producto interno bruto; la contribución de los salarios al ingreso nacional y la productividad total factorial de los sectores económicos.
Teóricamente el salario mínimo hace referencia a la cantidad de dinero mínima que se le debe pagar a un trabajador como contraprestación por sus labores, normalmente el valor de este está asociado a una cantidad la cual debe ser suficiente para satisfacer las necesidades de carácter familiar, social y cultural. Para el caso de Colombia el salario mínimo es un tema bastante controversial, especialmente en la época de fin de año cuando comienzan los procesos de negociación entre los trabajadores, empresarios y el gobierno como garante. Lastimosamente este tipo de negociaciones se han caracterizado por posiciones y ofertas muy diferentes entre las centrales obreras y los gremios, dificultando de sobremanera un consenso, ante la falta de un consenso entre las partes el gobierno se ha visto en la obligación en los últimos años de fijar por decreto el incremento del salario mínimo.
De acuerdo con la teoría económica el salario mínimo tiene una serie de efectos positivos como por ejemplo la reducción del trabajo mal pagado y demás practicas asociadas con la explotación laboral. De igual forma el salario mínimo puede servir como una especie de mecanismo para reducir la dependencia de las personas menos favorecidas hacia las ayudas del gobierno (subsidios). Otro argumento, aunque bastante discutible es que el salario mínimo puede generar incrementos en la productividad en términos de mayores incentivos para los trabajadores, sin embargo puede ser contraproducente en el sentido de que si bien se fomenta la inversión en capital y en formación, se crea una externalidad negativa para los trabajadores, porque en la medida que los trabajadores sean más productivos se requerirá un menor número de empleados, por lo tanto se disminuye la oferta de empleos disponibles.
En lo referente a las implicaciones negativas del salario mínimo, desde la teoría económica se asocia con el desempleo, en especial en aquellos con los salarios más bajos porque un incremento en los costos de producción como resultado de un aumento en los salarios crea un incentivo para reducir el total de empleados, sin embargo, esta teoría ha sido refutada en los últimos años por algunos economistas como el premio el premio Nobel de Economía 2001 Joseph Stiglitz, el cual argumenta: Subir el salario mínimo tiene un impacto “insignificante o incluso positivo” sobre el empleo. Sus afirmaciones se fundamentan en una serie de análisis realizados en Estados Unidos y en España en donde se han presentado incrementos considerables en el salario mínimo.
Lastimosamente el argumento de Stiglitz no es del todo valido para Colombia, por las fricciones inherentes al mercado laboral como es el caso de la informalidad y el subempleo. La existencia del salario mínimo le impone al mercado del trabajo algunas rigideces como por ejemplo un incremento en los costos de contratación, los cuales generan incentivos que promueven el trabajo informal. Por otra parte, la existencia del SMLV puede generar distorsiones en el mercado en términos de la remuneración del factor de producción trabajo, puesto que puede fijar un valor inferior o superior con respecto al valor que fijaría la libre interacción entre la oferta y la demanda, no obstante, este último argumento puede ser discutible por la existencia de fallos de mercado como la información asimétrica y el poder de mercado.
El salario mínimo según la evidencia empírica tiene serias implicaciones en términos de la inflación, un incremento desmedido del salario mínimo puede generar procesos inflacionarios bastante difíciles de manejar en gran medida por el detrimento en el bienestar de la población dificultando seriamente la gobernabilidad del gobierno de turno, como sucede en este momento en Venezuela y Argentina. De acuerdo con lo anterior es supremamente grave el oportunismo de algunos actores del escenario político nacional, los cuales han pretendido construir capital político con propuestas como un incremento extraordinario del salario mínimo o una prima extralegal utilizando los recursos de las cajas de compensación familiar.
Para finalizar, es importante remarcar que en Colombia cerca de un 44% de la población devenga un salario mínimo o menos, si bien no se pueden negar los problemas asociados a una distribución desigual de la riqueza, un incremento desmedido del salario mínimo como ocurrió en 2019 es un gran impedimento para la generación de empleo formal especialmente en las PYME e incide negativamente en el mercado laboral como lo demuestra el incremento en la tasa de desempleo durante lo corrido de 2019.